Death Café florece en Latinoamérica: una breve historia

“Death Café es una franquicia social, de tal manera que aquellos que se suscriben a su guía y principios pueden usar el nombre de Death Café y convertirse en un afiliado de Death Café. Un Death Café es un encuentro dirigido en grupo para la exploración del tema de la muerte sin agenda, objetivos o temas.

“El modelo de Death Café fue desarrollado por Jon Underwood y Sue Barsky Reid, basado en las ideas de Bernard Crettaz. En un Death Café extraños se reúnen para comer pastel, tomar té y hablar de la muerte, con el objetivo de ‘aumentar la conciencia de la muerte con el fin de ayudar a la gente a aprovechar al máximo su vida (finita)’.

Los Death Café se han extendido rápidamente por todo el mundo. Desde septiembre de 2011, se han celebrado 17260 cafés de la muerte en 87 países”.

En septiembre de 2014 en Buenos Aires, Argentina, El Faro Asociación, bajo la dirección de Viviana Bilezker, realiza el primer Death Café en Latinoamérica. Expectantes y algo nerviosas respecto de cómo resultaría, integrantes del equipo de El Faro recibieron a 30 personas. Luego de dar las pautas, se generó un silencio tenso hasta que una participante comentó:  “Hoy es un buen día para hablar de la muerte porque esta semana murió Gustavo Cerati—músico argentino que llevaba cuatro años en estado vegetativo. A partir de allí todo fluyó.

En 2015 se realiza de manera independiente el primer Death Café en la Ciudad de México, y se llevan a cabo seis Death Cafés ese año, facilitados por Luisa Ruiz.

En Chile se realiza el primer Death Café en octubre de 2016, organizado por Jorge Browne y Matías Reeves del Proyecto Mokita, reuniendo a diez personas desconocidas entre sí.

La primera vez que se realiza en Ecuador un Death Café, promovido por el El Faro Asociación en una visita a Quito, es en noviembre de 2016, con el propósito de abrir un espacio para la comunidad donde se pueda hablar del tema de la muerte. El grupo participante fue de alrededor de 12 personas entre hombres y mujeres, todos adultos de entre 35 y 70 años. Viviana Bilezker, del Faro, también facilita el primer Death Café en Cuenca, ese mismo año, con una asistencia impresionante. 

En 2018 se establecen varios Death Café recurrentes en México, en San Miguel de Allende y Querétaro facilitados por Wilka Roig, y en Guadalajara, Irapuato, Morelia, Zamora, Lázaro Cárdenas, Pátzcuaro, Huetamo y Uruapan. Estos se llevan a cabo en espacios privados, casas, centros comunales, cafés y restaurantes, algunos mensualmente, con participantes Mexicanos y extranjeros de 16 a 86 años, en español y bilingüe, y asistencia variada.

En Ecuador surgen los Death Café desde Life Urns, con Verónica Falconi como facilitadora, en el 2019, realizándose en el campo, como una actividad de seis horas en total, en que se comparten no solo historias, sentimientos, pensamientos y emociones, sino también el almuerzo, creando una Pambamesa, término que significa ¨mesa de algodón¨, o mesa compartida, en la que cada asistente trae algo para compartir con el resto. 

También en Ecuador se realizan Death Cafés en una galería de alfombras de Oriente, en donde se ofrece té de especies para tomar y compartir con las personas que llegan a la experiencia del Death Café. Convocando una vez al mes, se sostiene un espacio para esta actividad.

También en 2019 se empiezan a organizar como grupo los facilitadores de Death Café en México, y llegan a ser unos 14 facilitadores. No todos los Death Café logran establecerse, ya que la participación no es consistente. En San Miguel de Allende y algunos pueblos de Michoacán, los Death Cafés continúan y prosperan.

Hasta el comienzo de la pandemia, El Faro Asociación realizó más de 50 Death Cafés, siempre en forma presencial, probando diferentes horarios con variados resultados. En México se realizaron alrededor de 150 Death Cafés.

En marzo de 2020, Wilka Roig de la Fundación Elisabeth Kübler-Ross México Centro, transfirió su facilitación de Death Cafés a modo virtual, y de una vez al mes a una vez por semana desde San Miguel de Allende. Hasta mayo de 2021, facilitó 56 Death Cafés, los que se convirtieron en Death Cafés internacionales con un promedio de asistencia de 15 a 20 personas, mayormente mujeres, conectándose desde México, el Caribe, Estados Unidos, Canadá, Grecia, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Arabia Saudita, Hungría, Rumania y Rusia, entre otros. Durante ese tiempo también lanzó el movimiento de entierros verdes para restauración ecológica en México, lo que dio fruto en mayo 2022 con el primer entierro auténticamente ecológico de Latinoamérica.

Y en julio de 2020, Sofía Plonsky de LiveDoula, sin posibilidad de facilitar reuniones en persona, comenzó a ofrecer eventos en línea. Ese año pudo realizar varios encuentros, con un promedio de asistencia de 10 a 20 personas, en su mayoría siempre mujeres.

En 2020 El Faro Asociación cambió el formato y la convocatoria, y pasó a la virtualidad también. Desde entonces realiza un Death Cafe mensual. 

Con estos eventos se empezó necesariamente a hablar sobre la muerte en el cotidiano, ya sea porque alguien había fallecido o estaba pronto de fallecer, y porque el duelo en esta ocasión fue definitivamente colectivo. Quedamos vulnerables ante la vida y con la única certeza de que la muerte nos toca a todos.

En 2022 México regresó a facilitar Death Cafés de manera presencial. La Fundación Elisabeth Kübler-Ross México Centro capacitó a miembros del equipo voluntario de Doulas de Vida, Muerte y Transición a facilitar Death Cafés, y se empezó a facilitar Death Cafés presenciales en Tequisquiapan, Playa del Carmen, San Miguel de Allende, y Guadalajara. Hoy día, se facilitan Death Cafés mensualmente en cada una de estas ciudades, además de que se facilitan virtualmente en español y en inglés, también mensualmente.

En junio 2022, las primeras Doulas de Fin de Vida y activistas en el movimiento de evolucionar la cultura de muerte en Latinoamérica—Sofia Plonski de Ecuador, Wilka Roig de México, Catalina Mahecha Cruz de Colombia, Maria Ignacia Mac-Auliffe de Chile, Verónica Falconi y Michelle Puga también de Ecuador—cofundan la Red Latinoamericana de Acompañamiento en la Muerte y el Duelo, una red increíblemente rica de la comunidad latinoamericana que apoya lo que está sucediendo a nivel regional, nacional e internacional en los campos del duelo y el final de la vida.

Su primer encuentro en América Latina en abril 2023 reune a pioneros en los campos del acompañamiento en la muerte y el duelo, con el objetivo de conectar a todos los que están involucrados en este trabajo a través de una variedad de roles. Conectan a través de la intención de aprender unos de otros y descubrir nuevas formas de abordar los desafíos que todos enfrentamos a medida que unidos avanzamos con este movimiento más allá de nuestros países independientes, para beneficiar a todos en Latinoamérica a nivel colectivo.

Durante el Primer Encuentro Latinoamericano de Acompañamiento en la Muerte y el Duelo, varias personas asistentes con el objetivo de impulsar el movimiento de Death Cafés en Latinoamérica, y expandirlo todavía más en nuestra región, se juntan y surge esta hermosa idea de crear un grupo para compartir los diferentes Death Cafés en cada país, sus avances y retos, de forma que todos nos podamos enriquecer con estos aportes. Así es como surge Death Café Latinoamérica.

El surgimiento de los Death Café en Bogotá tiene sus raíces en dicho encuentro en 2023, donde se gesta la iniciativa para dar inicio a los mismos en la capital colombiana.

Con la colaboración de la tanatóloga Mónica Giraldo, junto a las Doulas de Fin de Vida Andrea Amaya y Juliana Ruiz, se crean espacios colaborativos y de apoyo mutuo, tanto en la co-creación de encuentros como en el respaldo de iniciativas individuales.

El punto de partida en Bogotá es mayo de 2023. Estos espacios se han diversificado en modalidad y locación, realizándose tanto en cafés como en librerías y galerías o centros culturales distribuidos en tres localidades distintas de la ciudad, con una presencia de entre 5 y 25 personas en cada reunión.

En agosto 2023, Wilka Roig, Sofía Plonsky, Verónica Falconi y Michelle Puga, co-fundadoras de la Red Latinoamericana de Acompañamiento en la Muerte y el Duelo, se reunen junto a Death Talk Cuenca en Cuenca, Ecuador, donde establecen los primeros Death Café en esta ciudad en español para la comunidad local, y en Inglés para la comunidad de extranjeros. Estos encuentros han resultado ser muy especiales y muy bien recibidos, con una asistencia de aproximadamente 20 personas cada uno cada mes, y en los que podemos ver por primera vez mayor asistencia de hombres que han sido un 40% de los asistentes.

El 14 de noviembre de 2023 en la Ciudad de Guatemala se realiza el primer Death Café en el país, facilitado por egresadas de la Fundación Elisabeth Kübler-Ross México Centro Diana Cervantes y Stephanie Erichsen. Estos continúan mensualmente, y se realizarán también en Antigua Guatemala empezando en enero 2024.

En 2024, El Faro tiene plan de recuperar el espacio presencial sin dejar de aprovechar las ventajas de la virtualidad, y continuará capacitando a miembros de su comunidad en Buenos Aires y online, para apoyar a cualquier persona que desea facilitar Death Cafés.

En 2024, Fundación Elisabeth Kübler-Ross Guatemala bajo la dirección de Wendy Pineda dará comienzo a su serie de Death Cafés mensuales, también en la Ciudad de Guatemala.

Nuestra sorpresa en cada país ha sido poder ver el entusiasmo y la necesidad de compartir experiencias y comentarios acerca de la muerte y el proceso de morir. Los Death Cafés nos apoyan en seguir descubriendo y conectando con nuestra comunidad y elevar nuestra consciencia colectiva de la muerte. Podemos resaltar a continuación algunas de las experiencias más relevantes.

En Argentina, el Death Café ha funcionado como un grupo de pertenencia en el que se ha podido compartir vivencias entre encuentro y encuentro, alentando a algunos a redactar sus Directivas Anticipadas.

En México, el Death Café ha ayudado a expandir perspectivas y practicar apertura e inclusividad, entendiendo que cada experiencia nos demuestra una entre un sinnúmero de posibilidades en cómo el ser humano puede experimentar su mortalidad y sus duelos.

Y en Ecuador, la realización de Death Cafés ha ayudado a abrir la puerta a que más y más personas compartan y hablen de la muerte, de sus temores, sus creencias o emociones de forma abierta. 

Mientras vamos expandiendo el mensaje y objetivo de los Death Cafés en nuestra región, podemos resaltar que este ha sido un camino muy bonito de exploración, aprendizaje, y de compartir experiencias y sostener espacios muy amorosos.

Por otro lado, entre los retos que enfrentamos está el cuestionamiento del nombre del espacio. Más allá de explicar que es la marca de una franquicia social, poner la palabra “muerte” en el título generó desconcierto, incluso rechazo. En ocasiones fuimos contactados exclusivamente para criticar el tan “más horrible” nombre para cualquier encuentro. Sin embargo, hoy por hoy podemos ver que las personas se van abriendo más, se muestran más receptivas, y hay un concepto un poco más aceptado en general. Hoy llegan personas a los Death Cafés por pura curiosidad y con interés de aprender más. Mientras más llegamos a nuestras comunidades, más se expande el concepto de Death café en Latinoamérica. 

Es también un desafío enfrentarse a un sistema de creencias religioso que no ha influenciado a las personas de la mejor manera, ya que la muerte de alguna manera ha sido un tema tabú y tratado desde un lugar negativo, de evasión y miedo.  

Además, otro reto ha sido sobre todo el desconocimiento de la marca como movimiento internacional y su misión, por lo que se ha debido hacer muchas tareas de informar de qué se trata, por qué su nombre, y lo que van a poder encontrar al unirse. Una vez que alguien asiste a uno, puede entender su efecto y por qué son tan bonitos y efectivos.

El enfoque de los Death Café alrededor de Latinoamérica ha podido cambiar significativamente la forma en que las personas experimentan el duelo, permitiendo hablar directamente sobre la muerte, ayudando inmensamente a romper el tabú y la incomodidad que a menudo genera este tema. Observamos también que logra aliviar mucho la sensación de aislamiento que las personas viven en un duelo.  Se crean redes que a la vez se convierten en un soporte comunitario, ya que al compartir las experiencias con otros que han pasado por situaciones similares, los participantes encuentran apoyo y comprensión.    

Son espacios seguros, con una gama de perspectivas sobre la vida, la muerte y el duelo, en donde a través de las conversaciones o experiencias los participantes aprendemos a escuchar sin juzgar, a acompañar sin influenciar ni opinar, aprendiendo temas prácticos y emocionales relacionados con la muerte y el duelo. El Death café es un eje de nuestra tarea en la Comunidad. Acerca a las personas y suma a la creación de una cultura que aprende y evoluciona en relación a su destino.